Bogarra. Rutas de las esculturas y de las cascadas

 Nos acercamos un día muy agradable y soleado de otoño a hacer las rutas de las esculturas y de las cascadas. A mí, particularmente, lo de las esculturas cada pocos metros creo que distorsionan o despistan del paisaje, un exceso, un poco cansino, sin quitar mérito alguno a algunos tallados de piedra. Eso sí, para ir en familia, entretener a los pequeños y hacerles caminar está ideal. Pero echo en falta en este entorno ribereño precioso que no se potenciaran otros valores de flora o fauna. Descendemos desde la parte alta del pueblo al molino de Bogarra y empezamos la ruta.




 El camino discurre junto al río Bogarra, con roales de huertos que dan una variedad paisajística al recorrido. Siempre acompañados por esculturas cada x metros. Podemos encontrar bastantes ejemplares de lentisco terebinto, Pistacia terebinthus, también llamado cornicabra (no confundir con el cornicabra del cornical, Periploca angustifolia), de alto valor paisajístico, al ser, a diferencia del lentisco, Pistacia lentiscusde hoja caduca y tomar bellos colores en otoño.

A medio camino hay un puente colgante que hará las delicias de los pequeños (y de muchos no tan pequeños).

 Al final del recorrrido, si salimos del pueblo, llegamos al paraje del Batán y podemos continuar con la ruta de las cascadas que puede pasar desapercibida para muchos. Hay tres de ellas y se asciende pasando por bellos y húmedos estanques escalonados de aguas supercristalinas.  





 

 En medio, está la impresionante cueva de La Mora a la que hay que ascender igual que a la última cascada con trepadillas, tenemos cadenas a las que agarrarnos para evitar resbalones y caídas por las rocas mojadas.

  


 
Finalmente, alcanzamos la última cascada, la del Chorraero, la más dificultosa de acceso, pero la más grande e interesante.


La vuelta la hacemos por la margen izquierda siguiendo una canalización que nos lleva al pueblo.